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Contar los géneros: transexualidades en la literatura infantil y juvenil
Las historias que reivindican que Soy Jazz o que “me llames Paula” comienzan a hacerse visibles en los últimos años. Esto no es casual. Jazz y Paula tienen varias cosas en común: cuando ambas nacieron, todos pensaron que eran niños, aunque ellas sabían que no era así.
Las dos son protagonistas de un cuento y una novela juvenil cuya trama gira en torno a su tránsito.
Soy Jazz es una experiencia real, la de Jazz Jennings, una estadounidense que en 2007 creó la TransKids Purple Rainbow Foundation (Fundación del Arcoíris Morado de la Infancia Trans). El libro ha sido traducido y publicado por Edicions Bellaterra, dentro de su colección Trans*, donde también se encuentra Llámame Paula, la primera novela juvenil española cuya protagonista es una chica transexual.
“Resultaba necesario abordar el tema de la transexualidad ahora porque se seguía hablando de tarados y enfermos. A nivel social esto hay que cambiarlo y darle un espacio, en el que estamos trabajando con más fuerza últimamente. Tenemos la obligación de poner materiales en circulación para que la gente reflexione” explica José Luis Ponce, editor de Bellaterra.
Para coordinar la colección, se apoyaron en Lucas Platero, sociólogo especialista en género que da clases a educadoras infantiles que trabajan con niños y niñas de hasta 6 años. “Contamos con él como especialista para que nos asesore y no haya ningún error. Al tratarse de herramientas educativas, tienen que estar muy cuidadas y no debemos caer en generar otro tipo de estereotipos”.
Para Platero, “tanto los medios de comunicación como la literatura son importantes para generar un mundo diverso. Es muy bueno que a través de cuentos podamos abrir la mente a unas normas sociales rígidas”.
Su objetivo es diversificar los modelos y hacer visible que “todas las realidades son posibles”
En total, la colección infantil de Bellaterra cuenta con más de 20 libros, a la espera de que se publiquen nuevos cuentos próximamente. Su objetivo es diversificar los modelos y hacer visible que “todas las realidades son posibles”. “Presentar una única realidad como hegemónica es contraproducente”, explica Platero.Bajo el propósito de ampliar las perspectivas, en 2008 publicaron La fiesta de Blas, un cuento que cuestiona lo que significa “hacerse hombre o mujer” y ofrece otras formas de ver la sexualidad y el género a través de sus protagonistas, de entre 9 y 10 años. La colección se ha ido completando con otros títulos como Mi princesito, la historia de aceptación y empatía que una madre escribió sobre su hijo al temer que fuese acosado en el colegio por ir con vestido.
Según Platero, “hay mucho material, pero debe existir la sensibilidad de ir a buscarlo, si no, lo más fácil es ir a por libros Disney donde las princesas esperan a que las rescaten”. Para que estas cuestiones estén presentes a todos los niveles educativos, Platero también ha publicado textos dirigidos a familias y personal docente. Es el caso de Trans*exualidades, que ofrece recursos, propone actividades y recoge factores de salud.
Herramientas como esta, que se han multiplicado en los últimos años, hacen frente a “la idea de normalidad” que en ocasiones se infunde en las aulas. Sin embargo, José Luis Ponce señala que el problema se encuentra en la difusión que se hace de estas: “sería necesario que se incluyesen como libros de texto, pero esto es complicado. Existe una estructura de poder en el mundo académico y este monopolio de las grandes editoriales respecto a los materiales de texto impide que el profesorado pueda incluir algún tipo de material anexo o complementario”.
Los cuentos tienen que ayudar a los niños a reflexionar sobre cómo es el mundo de su realidad y la de más allá
Platero insiste en la necesidad de explicar en las escuelas que todas las realidades son posibles, una tarea preventiva que “debe darse desde infantil hasta la Universidad”. “De lo contrario, nos encontramos con casos tristes como el suicidio de Alan la pasada Navidad, los estudiantes que dejan de asistir a clase o son percibidos como personas con trastornos, cuando en realidad lo que pasa es que las reglas les hacen daño”.
Lo mismo ocurre en el ámbito literario. “Mientras en la literatura no existas, intentas buscar un lugar en el que estés. Los cuentos tienen que ayudar a los niños a reflexionar sobre cómo es el mundo de su realidad y la de más allá y les tienen que acompañar en su experiencia”, concluye el sociólogo.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]